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Paleta

Tomado del texto curatorial de la exposición Paleta

20 de enero – 22 de febrero 2022

Galería Nueveochenta



María Isabel Vargas se interesa por estudiar la relación entre la tecnología y la producción pictórica. Para esto, desde un ejercicio sociológico repiensa la Historia del Arte a partir de la incidencia de distintos instrumentos que han determinado las prácticas de muchos pintores. Por ejemplo: la cámara oscura, el daguerrotipo, la fotografía y el cine; son herramientas que han ampliado nuestra realidad y por ende han dado paso a nuevas formas de producción artística. Para esta exposición Vargas se pregunta por la experiencia contemplativa de la pintura en un mundo mediado por herramientas tecnológicas virtuales. Vale la pena recordar que la palabra virtual proviene del latín virtus que refiere al poder, o la facultad de algo; en este caso, algo que tiene una existencia aparente pero no real y que generalmente se encuentra a través de internet. El color también ha sido estudiado como parte de las invenciones que han dado paso a distintas exploraciones formales, por esto, generalmente se reconoce a los grandes maestros de la Historia del Arte: por su paleta. Es decir, por las tonalidades de color a partir de las cuales los artistas componen sus obras. Inspirada en lo anterior, Vargas explora el color holográfico como una paleta que surgió de las gamas neón usadas entre las décadas de los ochenta y noventa en la publicidad y la moda. Para la artista estos matices evocan la estética de una generación que se reflejó en accesorios, ropa y juguetes. Hoy, esa misma gama es usada tanto en la moda como en plantillas, efectos y filtros de redes sociales. Los colores degradados sobre el lienzo, las pinceladas, puntos e intervenciones del color holográfico materializan lo virtual en una producción análoga. De alguna manera la artista convierte lo aparente en algo real en tanto que rasga, pega, imprime y deja a la vista los gestos que conforman la pintura. En este sentido, este objeto-pintura plasma las manifestaciones visuales artificiales a las que estamos habituados creando un mundo de posibilidades de producción desde estas nuevas técnicas. Lo que abre un espacio para cuestionarse: ¿hay una experiencia estética distinta por la presencia objetual del color?, ¿cómo se entiende la contemplación en la cultura contemporánea donde se incita a la rapidez y lo efímero?, ¿pueden cambiar las experiencias con las obras en tanto que el sujeto contemplativo tenga una relación cercana o lejana con lo digital?, ¿cuáles son los puntos de encuentro entre las imágenes virtuales, cada vez más palpables, y lo real?


Luciana Rizo










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